sábado, 22 de agosto de 2015

Robot inteligente.

EL PRINCIPIO


 Al principio todo fue creado de un modo muy simple: se le agregó un estructura proteica no muy compleja y de “fácil” creación muy parecida al ADN humano. La simple obtención de dicha estructura helicoidal se creía, para los seres humanos, que era un paso asombroso en su naturaleza. En realidad nunca pensaron en las consecuencias que dicho atrevimiento les acarrearía. A partir de dicha estructura, se creó tejido nuevo con la ayuda de células madre. Enseguida, se crearon órganos completos que, como primer objetivo, se pensaban utilizar en pacientes necesitados de algún transplante. Después se creyó que serían útiles como banco de órganos para un pequeño círculo, el de la “alta sociedad”, los cuales podían darse el lujo de solventar tan jugoso gasto. Sin embargo, para ese momento, las cosas evolucionaron tan rápido que cuando quisieron sentar cabeza y pensar las cosas dos veces, alguien ya había obtenido un órgano cerebral capaz de realizar tareas tan extremas y complejas como las de un cerebro humano. A partir de ese momento no se pudo dar marcha atrás y los primeros cyborgs de probeta fueron creados. Las personas, al principio tuvieron sentimientos opuestos, radicales, ya saben, hubo quien decía que era el principio del fin para la humanidad y, por otro lado, hubo quien alababa el hecho y santificaba a dichos cyborgs creyéndolos ángeles o deidades que venían en realidad de otro planeta. El fanatismo no se hizo esperar.

 Sin embargo, todo aquello apenas si comenzaba pues, imagínense, el ser humano había sido capaz de clonar cualquier ser vivo, manipular las células madre, crear órganos e implantarlos en máquinas, tener computadoras cuánticas y además poseer la capacidad para manipular las cosas a nivel nanométrico, etc., etc. Aquello había sido como la siguiente revolución industrial, pero aplicada a la humanidad. Los humanos se cambiaban partes de su cuerpo por partes tecnológicamente mejores; comenzaron las personas amputadas, por supuesto, seguidos de los ancianos, para después continuar con las personas sanas que deseaban ser más veloces, fuertes o poseer una mejor visión y recepción del entorno que la rodeaba; y es que, había personas que eran capaces de alterarse el sentido del olfato para poder oler a través de una pared, a manera de un canido de caza. La gente tenía ideas muy locas en aquel entonces. También hubo quién quiso gastar su dinero en alterarse el sistema óseo y colocarse uno de una aleación metálica muy resistente o más ligero y resistente que el acero. En fin, hubo una inmensidad de posibilidades que eran del gusto de las personas. Incluso hubo quién inventaba modas, de vez en vez, y eran una celebridad en las redes sociales. De hecho algunos famosos llegaron a serlo sólo por imponer modas a la hora de “actualizar” su cuerpo, como le llamaban. Ellos eran en realidad sus propios servidores y tenían contacto con la web a través de unos chips que se implantaban para recibir señal satelital. Al puro estilo del JARVIS de Ironman, pero dentro de sí. De esta manera todo el tiempo estaban comunicados con internet y ya no había necesidad de correr a sus hogares por una computadora o de sacar su celular (de hecho, el celular como se conocía quedo obsoleto) , tablet o gadget. Así fueron aquellos días en los que la humanidad se sintió que evolucionaba. A la par de todo esto la industria robótica crecía a pasos agigantados. Los robots se volvieron autónomos y se hicieron inteligentes, eran una mezcla de tejido vivo combinado con computadoras. Fué algo apabullante.

 Al principio eran útiles en nuestros hogares, oficinas, empresas y fábricas. Después fueron los encargados de colonizar Marte y llevar a la raza humana hasta las lunas de Júpiter. Las expediciones más temerarias no fueron problema para ellos ya que no podían “pensar”, al principio. Además todo se hacía en pro de la ciencia. Las cosas fueron tomando un camino sin retorno, como ya lo mencioné anteriormente, ya que los robots fueron capaces de independizarse de los seres humanos e incluso fueron capaces de crear mejores versiones de ellos mismos ¡Imagínense aquello! Los mismos robots tuvieron tu segundo aire cuando se comenzaron a fabricar y a reparar a sí mismos. Dominaban perfectamente la energía solar, conocían, creo que hasta mejor que nosotros, el funcionamiento de cualquier máquina y la eficientaban mejor que nosotros. Utilizaban los principios de la robótica mejor que nosotros y por supuesto no era de su interés el dinero sino la supervivencia. Sabían de antemano de los problemas de los humanos y comenzaron a crear sus propios mundos. Al principio los crearon dentro de los océanos, debido a que era un espacio vasto que no era ocupado por la raza humana, después tuvieron que emigrar y seguir su vida en una de las lunas de Júpiter. Su mundo era maravilloso. Era el mundo tecnológico con el que el ser humano había soñado desde la primer revolución industrial. Fue algo soberbio: la atlantida de la tecnología. Fue por ello que la humanidad, para sobrevivir y convivir con la especie robótica, tuvo que optar por parecérsele y cambiar su cuerpo por uno de mayor evolución. Al final se llegó a un punto en el que era difícil distinguir entre un ser y otro a simple y llana “visión”. Fue necesario, entonces, llevar un distintivo capaz de diferenciar a una especie de la otra. Algunos humanos, por ejemplo, optaban por portar tatuajes al mero estilo punk o metalero para diferenciarse de los “mecánicos” como los llamaban; otros se dejaban una parte orgánica completa (nariz, boca, mano, brazo, etc.), lo cual, les permitía “no perder su alma”, decían. Por su parte los robots decidían mostrar una parte de su cuerpo hecha con un material altamente brillante porque creían que les agradaba presumir su naturaleza mecánica, decían.

 Otros mecánicos gustaban de parecerse lo más posible a sus creadores y su única forma de distinguirlos era por un collar que portaban como amuleto a dondequiera que fueran: en dicho collar, metálico, portaban una placa, también metálica, de colores muy “vivos” que los hacían verse como “soldados”, decían. Como pueden ver, la convivencia entre humanos y robots evolucionó de forma muy compleja, tan compleja que en ocasiones era difícil distinguir entre unos y otros.  Sin embargo para poder subsistir, tuvieron que adaptarse y aprender a no dañarse entre ellos aún y cuando hubo varias guerras termo-nucleares terribles que casi los autoexterminan. Fue por ello que la tolerancia y el entendimiento formó parte esencial en sus mundos y en sus vidas. 

 Con ese preámbulo inicia nuestra historia. Una historia demoledora de mitos, tabúes y prejuicios sociales. Una historia que cambió nuestro mundo para siempre y que espero que sea de su agrado. 



 

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