sábado, 22 de agosto de 2015

Hormonas



La vida, el mundo, la tierra, lo vivo.
El cielo, la historia, las penas y glorias.
Los pasos, las prisas, lo miedos y cenizas.
La paz, el murmullo, la esencia, tu mar.


Los cielos viven intranquila pena,
los llantos lloran lo que las almas en pena.
Las grandes risas y las pitonisas.
Los pueblos llanos y los mundos sin encantos.
Las nublosas prosas que de mi ser brotan.


Las tibias luces... tibias, turbias y taciturnas. 
Los hermosos colores del cerro vivo.
 Las lánguidas voces de un ser no vivo.


El atardecer de mis mil sonríos.
La plácida calma de un mar callado.
La fétida palma de un vástago desterrado.


El olor a niebla de la turbia sapiencia.
El olor a miedo de tus celos inquietos.
La molida mano de un obrero cansino.
La molida mano de un clásico esbirro.


Serpientes, rosas, pétalos, larvas, gusanos y esporas.
Arañas, marañas, escupitajos, senderos, lugares y puertos.
Cenizas, llantos, marullos y barullos.
Arbustos, secretos, mentiras, inocencia y censuras.


Lápidas sobrias y retratos sin marco.
Escuálidas voces y macilentos roces.
Sencillos ayeres, oscuros placeres.
Vientres abultados, conciencias sin amago.


Turbios pensamientos, amasijos de no entendimientos.
Facilidad de soltura... facilidad y premura.
Sortilegios de aspavientos, comparecencia de miramientos.
Latencia perdida de ideologías, satirismo inocuo de flacidez carnal.


Pubertad perdida y esparcida en trozos sobre la piel.
   Sopesando lo esquivo de la luna callada y de la noche sobria,
el tiempo se muere, mientras la vida sigue, dando paso a la libido... aquella de sus quereres.


Los tiempos cambian, las hormonas también.



















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