jueves, 24 de septiembre de 2015

El primero

 Me asechan como a cualquiera, se escapan a diario de sus agujeros, de sus guaridas y convienen asustarme. Algunos lo hacen de día, otros por la noches, algunos se muestran tan hábiles que los escucho y, creo, verlos. Son muy distintos entre sí. Se manifiestan a través de la música o a veces del viento, otras ocasiones, también, se aparecen hambrientos de odio y de miedo; les gusta el miedo, es su alimento principal y se vanaglorian de hacérnoslo notar. Entre ruidos titubeantes, secos, sordos, huecos, silenciosos, parsimoniosos, escuetos y de lamentos, se presentan sin previo aviso. Son como esos seres que se presentan en tus sueños más oscuros, temidos y, a veces, asquerosos. No son compasivos ni son amistosos, al contrario, son enfadosos y cubren todo tu mundo de escabrosas alucinaciones y pavorosos exabruptos. Son la razón de mi ahogada existencia y son la causa de mis acaloradas ansias. De unos días para acá, comenzaron a asediarme.

 A continuación les relato el primero de mis "encuentros" con uno de esos seres que al recordarlo, tiemblo:

   La primera vez, fue muy sorpresiva, era de noche: me levanté, como es usual, por la noche. Seguí mi camino natural en dirección a mi sanitario. No me gusta encender la luz, para no despertar a nadie pero, sobretodo, para no sentir ese shock visual que se tiene al tocar los rayos de luz de una lámpara/foco o del sol mismo, sobre nuestros ojos, después de haber estado con ellos cerrados por un largo tiempo y sin exposición a luz de índole alguna -la sensación de la primera luz del día-. Tampoco me gusta hacer mucho ruido mientras voy en dirección del sanitario. Estoy acostumbrado a los lugares que ocupan mis muebles a lo largo y ancho de la casa. Es por ello que voy a tientas para no golpearme ni perderme mientras camino a ciegas. Es curisoso, pero me agrada hacer el recorrido de esa manera, me siento muy tranquilo y a gusto con ellos porque, al final, creo que es bueno conocer como se ve la vida desde otra perspectiva, completamente distinta, de la que estamos acostumbrados, es decir, es como si, en ese momento, estuviera ciego. Siguiendo con el encuentro, seguí hacia el baño y no noté nada raro, nada fuera de su lugar, nada fuera de lugar, para mí fué no fue ninguna situación anormal. Sin embargo, cuando por fin llegué y cerré la puerta, sentí que algo o alguien se encontraba a fuera. Estaba cerca de las camas, iba en dirección hacia mí. Se notaba a leguas que no le interesaba nada ni nadie más que yo, eso no lo pudo disimular. Se concentró en quedarse inmóvil detrás de la puerta, como para que yo lo percibiera, para que, incluso, lo oliera y escuchara bufar. Por supuesto, nunca le abrí la puerta y, curiosamente, no me puse a rezar, simplemente y sencillamente me quedé inmóvil durante unos segundos para después concentrarme en lo que me competía. Abrí la tapa de la taza, me bajó el pantalón e hice lo mío. Me sorprendió mucho y me causó miedo, no lo niego. Pero me dí cuenta de que conforme más temía, más se acercaba y más lo percibía. Fue por ello que decidí controlarme y traté de no asustarme para evitar que aquel ser tan repugnante -o al menos así lo imaginaba- se sintiera con poder sobre mí y me dañara a mi o a los míos de alguno u otro modo. Yo noté que en verdad tenía la intención de dañarme. no entendí, con exactitud, y en ningún momento, la forma en que podría hacerlo, pero en ciertos instantes imaginé que traía una cabeza humana, ensangrentada, colgando aferrada a su mano derecha. También lo imaginé con forma 2humana" y con una boca llena de dientes como clavos que salpicaba sangre al bufar y que no se podía cerrar, por lo mismo, del todo. O también imaginaba que era un ser alto que tenía dos patas no humanas y que caminaba a paso lento con pisadas fuertes, pesadas. La verdad es que nunca supe cual era su verdadera apariencia porque nunca me atreví a abrir la puerta, solo sé que cuando terminé de hacer lo mío, me quedé a la espera de que aquella criatura se alejara y se diera por servida al notar que su presencia no era bienvenida en esa casa y traté de no seguirle el juego. Poco a poco se fue añejando de la puerta. Tardamos, yo sentí, horas en esa posición defensiva y necia. Intercambiamos puntos de vista, me mostró cosas desgarradoras de mi persona y me mostró el lado oculto de mi santiguado ser. Exploro en los rincones más remotos de mis creencias y pensamientos. Me mostró lo que podría ser si hacía caso de sus exigencias. Me hizo notar que las apariencias engañan y que las máscaras que portamos ante todos son tan frágiles que podríamos acusar recibo de ellas más pronto de lo que imaginamos. Yo la verdad lo percibí como un ente bestialmente aterrador y poderoso. Con la capacidad de comerse al mundo si así lo decidía y con la capacidad de mostrarnos todo aquello que nos pudiera servir como el camino hacia una lúcida locura.

 Después de estar esperando, por fin lo vi partir. Me percaté de su ausencia después de despertar del trance. Más cual fue mi asombro al percatarme que me encontraba frente al espejo observándome a mi mismo. Observando mi silueta.







No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Me gustaría recibir sus comentarios para ir mejorando mi trabajo. Gracias.

Donación. Gracias por apoyar